Crónica II: La Ciudad de la tierra colorada


Posadas, Julio de 2012

Después de la proyección de la película junto a Leonarda y Crispín, pensé que las siguientes proyecciones iban a ser sólo una reproducción de las anteriores, donde iba a seguir sin encontrar respuesta a todas esas preguntas que me venían persiguiendo. Pero los debates en las proyecciones en Posadas (en la Biblioteca Popular y en el Bar Cultural Che Kambá) abrieron un nuevo panorama de incertidumbres. El público que participó, en general, conocía bastante de la realidad de las comunidades mbya guaraníes y de la historia representada en la película; y creo que por eso mismo se hicieron una proyección mental de ella que, claro, no fue lo que encontraron después en la pantalla. Y entonces se le reclamó a la película –en realidad, se me reclamó a mí- que denunciara la burocracia etnocida –que en el debate aparecía con nombre y apellido- que empuja a las comunidades a la pobreza del asistencialismo y se le reprochó  que no hubiera sido parida por la propia comunidad mbya.  Frente a esa necesidad visceral de gritarle al mundo toda la realidad que quedaba por fuera de la pantalla, pensé que en verdad la película (una película, cualquier película) no sólo era la materialización del deseo ingenuo de cambiar ese dolor que persiste en la imagen (había empezado a pensar en lo inútil y absurdo de hacer poesía con la realidad después de la proyección con la mamá y el papá de Julián) sino una pieza de un rompecabezas que sólo va a terminar de armarse cuando se materialicen (en la pantalla o en el relato oral) todas esas películas imaginarias que intentaban verse reflejadas en la mía.
X.G.

No hay comentarios:

Publicar un comentario